Benijo, Andrés Suárez.
Suena Benijo de Andrés Suárez, son las 3 de la mañana, fuera llueve y una vez más, no puedo dormir. La única luz que ilumina ahora mi vida es la de una vela encendida en mi mesita de noche. Huele a canela y a mí me recuerda a tus cafés con leche, con poco azúcar, decías. Terminabas echándoles cinco cucharadas y nunca les faltaba canela, y por ese mismo motivo, yo hace tiempo que no puedo comer las natillas de mi abuela sin acordarme de ti.
Son, supongo, las consecuencias más imperceptibles de un amor que nunca fue y encima dolió. Que arrasó todo lo que encontró a su paso y se llevó parte de mi. Consecuencias que nadie nota, que pasan desapercibidas. Consecuencias que recuerdo cuando no puedo dormir.
Qué intensa te pones y cómo te gusta discutir, me dirías si estuvieses aquí. Me recuerda Andrés, al que nadie gana en melancólico, que de qué me sirve esperarte y verte en cada gaviota aún sin saber si hay mar, si detrás de cada pareja yo tampoco tengo con quién bailar.
He prometido tantas veces no volverte a escribir y mírame, eres la única razón por la que prefiero escribir a dormir. En unas horas al despertarme maldeciré haber perdido el tiempo en ti. Me haré una café sin azúcar, ni canela y sin nada que me haga sufrir, me pondré las zapatillas y llegaré al gimnasio con las mismas ganas de siempre de huir.
Ahora hago deporte, me agobio si no puedo salir y me siento sola más de la cuenta, yo nunca me sentía así. Tantas cosas han cambiado, tantas desde que no estás aquí. Me he hecho tan mayor sin querer, sigue gustándome el vino blanco y cantar a más no poder, a veces sigo queriendo que vuelvas y cuando estoy a punto de llamarte, deja de sonar Andrés.
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