Todo lo que has de conocer de mis intenciones, propósitos y verdades encontradas.
No quiero saber nada. De la envidia, los celos, las malas caras. De los rumores, la hipocresía, las mentiras y la falta de brillo en la mirada. No quiero bailar en una fiesta a la que no fui invitada. Ni llorar por motivos o personas que no hayan incendiado antes mi alma.
Adiós a las dobleces y por supuesto, a las dobles caras. A las excusas que hacen que se pierdan las ganas. No quiero evitar lo inevitable, porque prefiero encontrármelo de frente. Poner a prueba sus consecuencias encontrando también la recompensa que por arriesgar la vida me tiene preparada.
Prefiero vivir aguantando miradas, con la valentía que hacerlo supone y con el riesgo de que el no ser correspondida haga que me quede sin nada. Bailar a la luz de la luna o el sol como si fuera tu gitana.
Querer tanto sin miedo a la estacada, a la puñalada. Querer libre, con la certeza de que nada haga que te vayas. Dejar libre para que vuelvas cada vez que tengas ganas.
No engañar ni vender verdades decoradas. Porque la verdad se hace camino siempre aunque otros crean que manejan sus alas. Pedir perdón cada vez que me dispare la nostalgia, luchar por quien me dio su amor cuando sienta que con el hueco que dejó no sonríe tanto mi alma.
Acariciar al que me acaricie. Sonreír y dejar marchar a quién me pegue la patada. Nunca ponerme al nivel de quien de mi historia quiera sacar tajada. Ser leal a mis principios, mi vida, mis sentimientos y a mi gente más cercana. No temer a lo desconocido que cualquier noche incendie tu mirada.
Asumir que no todo es controlable y hay cosas que sin querer se acaban. Tener la certeza de que todo pasa por algo y quién está para ti, junto a ti acaba.
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